¿Quieres comprobar que el dióxido de cloro (MMS, CDS o similares) es eficaz para COVID-19?
Los testimonios no son pruebas. Los videos de YouTube o Facebook con entrevistas y opiniones a favor de su uso tampoco. Como prueba que las opiniones en internet son dispares, podemos ver este artículo de la BBC que advierte de graves efectos adversos por el uso de MMS https://www.bbc.com/mundo/
Los pasos a seguir para comprobar la efectividad de un tratamiento están claros…
1. Escribe un protocolo, un plan.
Dicho escrito debe mostrar las bases del porqué se quiere comprobar, comenzando por una breve descripción del mecanismo de acción y mostrando estudios en humanos que muestren su seguridad (primum non nocere = primero no hacer daño), y debe describir cómo se va a realizar el estudio.
El estudio debe ser comparativo. Si sólo se incluyen voluntarios que lo tomen no podrás saber qué les hubiera pasado si no se lo hubieran tomado. Entonces, debes tener un grupo de personas que lo reciban y otro grupo que no lo reciban (este último es el grupo control).
Tú no puedes escoger a conveniencia a quién darle el tratamiento en prueba y a quién no. Debe ser al azar. Al asignar el tratamiento al azar, a medida que aumenta la cantidad de participantes irán quedando similares los dos grupos en todas las características que podrían influir en la evolución del paciente.
Para ver si sirvió o no sirvió, debes medir desenlaces importantes para el paciente, comenzando con mortalidad, ingreso a UCI, ingreso a hospital, etc. Si lo intentas probar como prevención debes comprobar objetivamente si los pacientes adquieren o no la infección.
Como la mente y la sugestión son poderosas, debes hacerlas a un lado. Entonces el grupo control debe recibir un placebo. Esto es de particular importancia si vas a medir cosas subjetivas como dolor, malestar, etc.
2. Una vez escrito el protocolo, lo debes presentar a un comité de ética e investigación o a un comité de expertos que lo avalen.
3. Si ese comité da luz verde, el siguiente paso es registrar el protocolo en un registro público, el que tú quieras. Esto da transparencia a lo que se hará. Ayuda a que no hagas trampas al sacar números y estadísticas.
4. Recluta voluntarios. Todos los participantes deben firmar un consentimiento informado donde expliques los posibles efectos secundarios y cómo los atenderás si se presentan.
5. Al terminar el estudio, se deben publicar los resultados, sean positivos o negativos, te gusten o no te gusten.
Mientras no se hagan las cosas bien, ese tratamiento no se aprobará.
Lo bonito de la ciencia es que se puede replicar. Si se hiciera un estudio así y diera resultados positivos, alguien más lo podría replicar y, si estuvo bien hecho, debería obtener resultados similares.
Lo anterior aplica para cualquier tratamiento, sea “convencional” o sea “alternativo”.