¿Podría la vacuna para la tuberculosis ser efectiva en prevenir COVID-19?
(Para entender mejor este post, revisa algunos conceptos clave de medicina basada en evidencia aplicables a COVID-19.)
MENSAJE CLAVE
Hoy no es posible afirmar si la administración de la vacuna BCG contra la tuberculosis es o no una medida preventiva efectiva para el COVID-19. Hay dos razones para esto: (1) aún no existen estudios de alta calidad que evalúen específicamente su utilidad en COVID-19 y (2) los estudios preliminares aportan evidencia de muy baja certeza. En vista de ello, el balance entre los pros y los contras de este tratamiento no cuenta con suficiente información confiable, por lo que es probable que distintas organizaciones entreguen recomendaciones disímiles. Seguramente, algunas recomendarán no utilizar la vacuna BCG y esperar a que la evidencia sea más clara, mientras que otras propondrán que su uso se considere en personas con alto riesgo, como los trabajadores de la salud.
Basado en: Evidencia de MUY BAJA CERTEZA, proveniente de estudios preliminares en humanos.
¿Qué es la vacuna BCG?
La vacuna BCG (abreviación de Bacillus de Calmette y Guérin) se utiliza en muchos países para prevenir la tuberculosis. Consiste en la inyección del microoganismo causante de la tuberculosis, pero en una forma atenuada, es decir, incapaz de causar la enfermedad, pero sí de despertar la respuesta inmune del organismo. Esta respuesta es la que permitirá no contraer la enfermedad frente a una futura exposición. Ahora, esa misma respuesta generaría otros efectos a nivel del sistema inmune, llamados no específicos, que le conferirían un rol preventivo sobre otras enfermedades infecciosas. Por ejemplo, algunas investigaciones sugieren que recibir esta vacuna durante la infancia llevaría a una disminución de la mortalidad mayor que la esperable por el solo efecto de prevenir la tuberculosis. Incluso hay algunos pequeños estudios preliminares, aún no concluyentes, en que se ha administrado la vacuna BCG a adultos mayores con el fin de protegerlos frente a infecciones respiratorias habituales del periodo invernal, como influenza y otras
¿De dónde surge el interés en la vacuna BCG para COVID-19?
Ante la ausencia de una vacuna o un fármaco eficiente para prevenir COVID-19, ha resurgido el interés por el uso de la vacuna BCG con el fin de estimular el sistema inmune y, así, disminuir el riesgo de contraer esta enfermedad o, en caso de contagio, aminorar la gravedad.
¿Qué nos dice hoy la evidencia sobre la vacuna BCG en COVID-19?
Tras realizar una exhaustiva búsqueda de evidencia (revisión sistemática), con la ayuda del equipo internacional COVID-19 L·OVE Working Group, no encontramos estudios confiables que permitan estimar el efecto de la vacuna BCG sobre COVID-19.
Identificamos 13 estudios comparando a países o grupos que administran la vacuna BCG con otros que no lo hacen. Desafortunadamente, este tipo de estudios no permite concluir si el efecto observado es producto de la vacunación con BCG o si se explica por otras diferencias. Por ejemplo, los países en que se administra la vacuna tienen un promedio de edad menor que los países en que no se administra. De hecho, estos estudios han llegado a conclusiones diferentes dependiendo de las variables consideradas.
En resumen, las conclusiones que entregan los estudios disponibles constituyen evidencia de muy baja certeza, es decir, no es posible inferir de ellos si la vacuna BCG será o no efectiva para prevenir el COVID-19.
¿Obtendremos más información sobre vacuna BCG para COVID-19 en el futuro próximo?
Sí. Ya existen al menos 4 ensayos controlados aleatorizados en curso, que evalúan el uso de la vacuna BCG en población de alto riesgo de contraer COVID-19, particularmente trabajadores de la salud.
Al tomar una decisión, ¿qué factores deben ir en la balanza?
Hay decisiones que debemos tomar incluso cuando no hay suficiente evidencia. Para hacerlo de la mejor manera posible, se deben poner los siguientes factores sobre la balanza: racionalidad científica, beneficios, riesgos, costos, y otros aspectos (detallados más adelante).
Racionalidad científica: Los experimentos de laboratorio sugieren una teoría por la cual la vacuna BCG podría tener un efecto beneficioso sobre el sistema inmune. Pero esta teoría no está claramente probada para COVID-19 ni para otro tipo de enfermedades infecciosas.
Beneficios: La evidencia existente aún no permite sacar conclusiones.
Riesgos: La administración de la vacuna BCG es segura. Los principales efectos adversos son reacciones locales en el sitio de inyección, que muy rara vez tienen consecuencias graves. La complicación más grave es la infección diseminada por BCG (el paso a la sangre de la bacteria de la cual está hecha la vacuna), que es de bajísima frecuencia en pacientes con inmunidad normal.
Costos: Se trata de una intervención de relativo bajo costo.
Otros aspectos a considerar: Ninguno especial. Se trata de una intervención ampliamente disponible.
En resumen, los argumentos a favor y en contra de usar la vacuna BCG para prevenir COVID-19 son:
A favor | En contra |
Riesgos: Bajos Costos: BajosOtros aspectos a considerar: Ninguno |
Racionalidad científica: No totalmente establecida. Beneficios: Inciertos |
CONCLUSIÓN
La evidencia disponible para decidir qué rol asignar a la vacuna BCG en la prevención de COVID-19 es de muy baja certeza. Esto significa que no se puede afirmar si es efectiva o no.
Ahora bien, la sola evidencia (o la falta de evidencia) nunca es suficiente para tomar decisiones. En este caso, el balance entre los pros y los contras de este tratamiento no está bien informado, ni es definitivo, por lo que es probable que exista variabilidad en las recomendaciones que entreguen distintas organizaciones.
Estimamos que, con la información actualmente disponible, el rango de recomendaciones que debiéramos esperar va desde no utilizarla, excepto en el contexto de un ensayo controlado aleatorizado, hasta utilizarla en casos seleccionados, como en grupos de alto riesgo de contagiarse.