¿Podría ser efectivo el plasma convaleciente para tratar COVID-19?
(Para entender mejor este post, leer algunos conceptos clave de medicina basada en evidencia aplicables a COVID-19.)
MENSAJE CLAVE
Hoy no es posible afirmar si el plasma convaleciente es o no un tratamiento efectivo para el COVID-19. Hay dos razones para esto: (1) aún no existen estudios que evalúen específicamente su utilidad en COVID-19 y (2) los estudios que evalúan su utilidad en otras infecciones, y cuya información se podría extrapolar a COVID-19, aportan evidencia de muy baja certeza.
En vista de ello, el balance entre los pros y los contras de este tratamiento no cuenta con suficiente información confiable, por lo que es probable que distintas organizaciones entreguen recomendaciones disímiles. Seguramente, algunas recomendarán no utilizar plasma convaleciente y esperar a que la evidencia sea más clara, mientras que otras propondrán que su uso se considere solo en pacientes graves o con alto riesgo de agravarse.
Basado en: Ninguna evidencia directa disponible. Evidencia indirecta de MUY BAJA CERTEZA, proveniente de otras infecciones por coronavirus.
¿Qué es el plasma convaleciente?
Los pacientes que se han recuperado de cuadros infecciosos poseen anticuerpos en su sangre que los protegen de futuras enfermedades producidas por el mismo agente infeccioso. Estos anticuerpos pueden obtenerse desde el plasma de la sangre, que en este contexto pasa a llamarse plasma convaleciente.
La transfusión de plasma convaleciente a una persona con una infección viral podría neutralizar el microorganismo patógeno que lo afecta y, así, darle tiempo a esa persona de poner en marcha una respuesta inmune activa, es decir, generada por su propio sistema inmunológico.
¿De dónde surge el interés en el plasma convaleciente para COVID-19?
Algunos estiman que esta terapia jugó un rol fundamental en la época en que no contábamos con vacunas o medicamentos efectivos para la mayoría de las enfermedades. Como hoy estamos precisamente en esa situación frente al COVID-19, ha resurgido el interés por utilizarla. Pero si contáramos hoy con una vacuna o un fármaco eficiente, probablemente la opción de utilizar plasma convaleciente no sería considerada, porque hay dificultades prácticas para su obtención y su disponibilidad, en consecuencia, es limitada. Lo central a tener en cuenta es que el plasma convaleciente podría ser una alternativa para el tratamiento de COVID-19, mientras los científicos descubren una mejor opción.
¿Qué nos dice hoy la evidencia sobre plasma convaleciente en COVID-19?
Tras realizar una exhaustiva búsqueda de evidencia (revisión sistemática), con la ayuda del equipo internacional COVID-19 L·OVE Working Group, no encontramos ningún estudio que cumpla los requisitos mínimos para estimar el efecto del plasma convaleciente en COVID-19.
Ante esta ausencia de evidencia directa en COVID-19 es sensato extrapolar la información proveniente de otras infecciones similares por coronavirus, como las causadas por el SARS-CoV y el MERS-CoV. Pero, si bien identificamos algunos estudios evaluando plasma convaleciente en esos casos, las conclusiones que entregan constituyen evidencia de muy baja certeza, es decir, no es posible inferir de ellos si el plasma convaleciente será o no efectivo para tratar COVID-19.
¿Obtendremos más información sobre plasma convaleciente para COVID-19 en el futuro próximo?
Sí. Ya existen al menos 12 experimentos clínicos aleatorizados en curso, que evalúan el uso de plasma convaleciente en pacientes con COVID-19, particularmente en los pacientes más graves.
Al tomar una decisión, ¿qué factores deben ir en la balanza?
Hay decisiones que debemos tomar incluso cuando no hay suficiente evidencia. Para que quienes toman decisiones lo hagan de la mejor manera posible, se deben poner los siguientes factores sobre la balanza: racionalidad científica, beneficios, riesgos, costos, y otros aspectos (detallados más adelante).
Racionalidad científica: La premisa básica que sustenta el uso de plasma convaleciente es simple y bien fundamentada.
Beneficios: La evidencia existente aún no permite sacar ninguna conclusión. No contamos con evidencia directa, y la evidencia indirecta, es decir, la que podemos extrapolar desde otras enfermedades similares, tiene muchas limitaciones.
Riesgos: Los riesgos de la transfusión de plasma son bastante conocidos. Los más frecuentes son las reacciones alérgicas y anafilácticas, que son de baja frecuencia, pero pueden causar lesión pulmonar aguda u otras complicaciones graves.
Costos: El costo total asociado al uso de plasma humano es en general alto. Si no se cuenta con la capacidad instalada para obtenerlo, procesarlo y mantenerlo, estos son aún mayores .
Otros aspectos a considerar: Incluso si todos los pacientes recuperados estuvieran aptos y dispuestos a donar plasma, la cantidad de plasma convaleciente que podría producirse no es suficiente para tratar al total de los pacientes con COVID-19, por lo que probablemente sería necesario establecer algún mecanismo de priorización. Eventualmente, a medida que haya más pacientes recuperados, la disponibilidad también será mayor.
En resumen, los argumentos a favor y en contra de usar plasma convaleciente para tratar COVID-19 son:
A favor | En contra |
Racionalidad científica: Bien fundamentada. Riesgos: De poca magnitud |
Beneficios: Inciertos Otros aspectos a considerar: Disponibilidad limitada Costos: Altos |
CONCLUSIÓN
La evidencia disponible para decidir qué rol asignar al plasma convaleciente en el tratamiento de COVID-19 es de muy baja certeza. Esto significa que no se puede afirmar si es efectivo o no.
Ahora bien, la sola evidencia (o la falta de evidencia) nunca es suficiente para tomar decisiones. En este caso, el balance entre los pros y los contras de este tratamiento no está bien informado, ni es definitivo, por lo que es probable que exista variabilidad en las recomendaciones que entreguen distintas sociedades científicas.
Estimamos que el rango de recomendaciones que debiéramos esperar con la información actualmente disponible va desde no utilizarlo, excepto en el contexto de un ensayo controlado aleatorizado, hasta utilizarlo en casos seleccionados, como aquellos de mayor gravedad.