¿Qué tratamientos sirven para prevenir o tratar el coronavirus (COVID-19)?
(Este post será actualizado durante los próximos días, avanzando con nuestra investigación)
La respuesta corta es “no sabemos”. Es decir, en este minuto no existe evidencia científica que permita afirmar que algún tratamiento tiene más beneficios que riesgos.
En condiciones normales, lo recomendable sería esperar tranquilamente a que la información nos llegue a través de nuestro médico o de la autoridad correspondiente, pero, considerando que no nos encontramos en condiciones normales, muchos quieren entender un poco más sobre lo que hay detrás de las afirmaciones que circulan, o de las diferencias de opinión entre muchas autoridades o expertos.
Para poder entender los argumentos detrás de cada una de las sugerencias que han circulado y circularán en los próximos días, es necesario entender algunos conceptos:
Evidencia directa: Información científica de suficiente calidad para ser incorporada en la toma de decisiones en humanos, que proviene de estudios evaluando la intervención (tratamiento o acción) de interés directamente en la enfermedad en cuestión, es decir, “Enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19)”. Hasta ahora existen muy pocos estudios finalizados, y los que hay constituyen evidencia de muy baja certeza. Por ejemplo, una revisión sistemática evaluando el rol de las mascarillas en evitar la transmisión de COVID-19, concluyó que no existe evidencia directa en esta población, por lo que sólo podemos extrapolar la información desde otras enfermedades razonablemente parecidas, es decir, evidencia indirecta.
Evidencia indirecta: Información científica proveniente de estudios que no evalúan directamente la intervención de interés en COVID-19, pero que se hicieron en enfermedades similares. Habitualmente se establecen enfermedades más directas y menos directas. Por ejemplo, la evidencia proveniente de estudios en SARS-CoV o MERS-COV (enfermedades epidémicas por coronavirus) se considera más directa que aquella proveniente de influenza, y a su vez esta es menos indirecta que la proveniente de cualquier enfermedad respiratoria.
Evidencia preliminar: Estudios que no son aún relevantes para la toma de decisión, como los estudios en animales o en cultivos celulares. También se considera evidencia preliminar a estudios iniciales en humanos que no cumplen ciertas características. Este tipo de evidencia tiene como objetivo generar hipótesis para que los investigadores puedan seguir avanzando en el camino hacia el uso en humanos. Si bien esta información no es relevante para la toma de decisiones, es común que los medios de prensa se hagan eco de ellas, no siempre tomando las precauciones para dejar claro que se trata de evidencia preliminar. Por ejemplo, la cuenta de Twitter @justsaysinmice se dedica a señalar noticias cuya base es evidencia proveniente de estudios en ratones.
Revisiones sistemáticas: este tipo de evidencia se considera la base para la toma de decisiones en la actualidad. Se trata de un tipo de artículo científico en el cual se realiza un esfuerzo exhaustivo y transparente de recopilar toda la información científica sobre una pregunta específica (¿sirve la intervención X para la enfermedad Y?). Hoy en día se producen miles de estas revisiones cada semana. La base de datos Epistemonikos es el mayor repositorio a nivel mundial de revisiones sistemáticas en salud. La plataforma L·OVE toma esta información y la organiza por tema y por pregunta, utilizando tanto inteligencia artificial como una red de colaboradores expertos que van validando la información. Cualquier revisión sistemática evaluando directamente la evidencia sobre un tratamiento en COVID-19 será identificada inmediatamente en la sección Coronavirus infection de la plataforma L·OVE.
Certeza de la evidencia: el conjunto de evidencia (obtenido idealmente desde una revisión sistemática) puede ser más o menos confiable. La investigación nos entrega certeza muy baja de lo que ocurrirá en la realidad si es que los estudios realizados tienen pocos pacientes o tienen fallas en su diseño (es decir, riesgo de sesgo). Como regla general, la evidencia de certeza baja o muy baja no permite realizar recomendaciones fuertes, por lo que habitualmente en estos casos, las decisiones estarán más influidas por otros factores. Por ejemplo, la evidencia del beneficio de realizar gárgaras con agua y sal para evitar el contagio de COVID-19 es de muy baja certeza, por lo que es esperable que diferentes expertos tengan opiniones encontradas sobre esta medida, en especial considerando que los riesgos y costos de esta medida son mínimos.
Sesgo de reporte o de publicación: El sesgo de publicación corresponde a la publicación o no publicación de los resultados de la investigación en función de la naturaleza y/o dirección de sus resultados.
Típicamente, los estudios que muestran resultados más espectaculares se dan a conocer primero. Las revisiones sistemáticas contrarrestan este efecto al analizar el conjunto de evidencia existente de manera transparente.
Estaremos trabajando por responder diferentes preguntas que han estado circulando sobre el Coronavirus COVID-19, los que podrás ir encontrando en esta lista a continuación, la que actualizaremos durante los próximos días/semanas:
- ¿Es efectivo el Interferón para el tratamiento de COVID-19?
- ¿Se deben evitar los antiinflamatorios para tratar los síntomas de COVID-19?
- ¿Qué dice la evidencia sobre ritonavir/lopinavir para el tratamiento de COVID-19?
Para entender más sobre medicina y decisiones basadas en evidencia, puedes visitar los videos de este curso y la plataforma That’s a Claim, un espacio que busca fomentar de manera didáctica el pensamiento crítico, entregando herramientas para corroborar afirmaciones en salud. |