Nuestra complicada relación con las pantallas
Recientemente se han publicado tres estudios que ilustran nuestra compleja relación con las pantallas. Y aunque digo compleja, si no consideramos las repercusiones pues no lo es. Simplemente usamos tabletas y celulares sin mesura y a gusto.
El primero se realizó en Canadá, con más de dos mil mamás e hijos, y sus conclusiones esperadas (1). Entre más tiempo pasaban los niños usando pantallas a los 2 y 3 años de edad, peor les fue cuando les evaluaron el desarrollo a los 3 y a los 5 años.
El segundo se realizó analizando una encuesta nacional en los Estados Unidos y sus resultados son inconclusos (2). Al parecer entre más uso de pantallas, menos minutos durmiendo y sueño más irregular. Pero hay tantas variables que pueden afectar el sueño, tanto individuales, como familiares o del entorno social, que es difícil comprobar la relación causa efecto. Además que, la diferencia en el sueño entre los que usaban mucho las pantallas y los que las usaban menos fueron muy modestas.
El tercero, realizado también en Canadá, estudia cuándo y cuánto usan pantallas los papás, y su relación con qué tanto las usan sus hijos (3). Obviamente, entre más tiempo pasen los papás con sus celulares o tabletas, más lo hacen los hijos. Algo interesante de este estudio fue que si los papás emplean las pantallas como premio o castigo según se comporten los niños, el resultado es contraproducente. Los niños las usarán más. Dicho de otra forma, si los premias con ellas, las usan de más, y si les quitas la tablet como castigo luego se “desquitan”.
Vivimos en un mundo con pantallas integradas y, definitivamente, la prohibición no es la solución. Estas tecnologías pueden ser educativas cuando están bien dirigidas. El problema, como con todo, es el exceso. Y lo que hacen nuestros hijos es el reflejo de nosotros.
Cada vez que no puedes dejar el teléfono al manejar o en el semáforo, el niño aprende que no puedes separarte del celular ni siquiera en el tramo de la casa al súper.
Cada vez que no lo soltamos aún al estar comiendo, el niño aprende que es más importante estar pendiente del WhatsApp que tener una conversación en familia.
Y cada vez que nos ven en la noche, acostados en la cama, riendo por el último meme que nos enviaron, el niño aprende que lo normal es dormir pegados al celular.
_________________________________________
- Madigan S, et al. Association Between Screen Time and Children’s Performance on a Developmental Screening Test. JAMA Pediatr 2019. doi:10.1001/jamapediatrics.
2018.5056 - Przybylski AK, et al. Digital Screen Time and Pediatric Sleep: Evidence from a Preregistered Cohort Study. J Pediatr 2018. doi:10.1016/j.jpeds.2018.09.
054 - Tang L, et al. Mothers’ and fathers’ media parenting practices associated with young children’s screen-time: a cross-sectional study. BMC Obesity 2018. doi:10.1186/s40608-018-0214-4.